lunes, 14 de marzo de 2011

2011 - AÑO DE DEFINICIONES

CREER
Atreverse erigir en creencias los sentimientos arraigados en cada uno,
por mucho que contrarìen la rutina de creencias extintas,
he allì todo el arte de la vida.

Scalabrini Ortìz



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Inteligencia y barbarie. Rodolfo Kusch

El intelectual argentino es negativo porque su postura inteligente surge como de un control de la vida, como una defensa con el miedo original de vivir. De las dos maneras de superar este hecho animal de vivir (la sublimación en el espíritu o el control inteligente de la vida) el intelectual opta por la inteligencia.





Gana así en superficie lo que pierde en profundidad. La inteligencia es más simple, más reducida y más elemental que el espíritu porque sus valores son relativos. Mientras el espíritu implica afirmación, fe, valores absolutos, aceptación de la realidad; la inteligencia, en cambio, supone negación y rechazo de la realidad en nombre de valores relativos estrictamente personales.
La inteligencia no es universal, sino individual. No hay nada más humano que ella pero, también, nada más mezquino. Su mezquindad estriba en que mide, y toda mensuración implica una liquidación de grandes partes de la realidad. El intelectual no ve la realidad. A lo más supone alguna de sus partes, la acepta y deduce todo el resto, precisamente la que más conviene a su afán de dominio. Y es que el intelectual mide y descuartiza para dominar, si no, para matar. El afán de medirlo todo no va muy lejos del de matar cualquier vestigio de anormalidad, o sea de vida, en las cosas. El intelectual sepulta la vida en una realidad simplificada y construida por él mismo. Por eso no es nunca un realista, aunque esté convencido de serlo.